De fadista a 'crooner'
Camané, la gran voz de Portugal, hace suyos clásicos de Sinatra y Brel
MIGUEL MORA - Lisboa - 05/05/2007
Camané, la gran voz de Portugal, hace suyos clásicos de Sinatra y Brel
MIGUEL MORA - Lisboa - 05/05/2007
Es el príncipe del fado de esta época, la gran voz masculina de Portugal. Canta desde niño, y a los 11 años sorprendió al maestro Carlos do Carmo por su dicción asombrosa y su capacidad para transmitir emociones "adultas" desde una contención que no admite concesiones. Camané (Lisboa, 1967) canta con una mano metida en el bolsillo, los ojos cerrados, cada palabra perfectamente colocada en su sitio, sin prisas, sin estridencias. Ahora, a sus 40 años, Carlos Manuel Moutinho ha elegido 21 canciones de sus maestros favoritos, y, acompañado por la Orquesta Sinfónica Portuguesa y un quinteto de jazz, los ha llevado a escena.
El espectáculo Otras canciones II ha vuelto al teatro São Luiz, de Lisboa, con el papel agotado, tras los éxitos de los cuatro conciertos del pasado fin de semana. "¿Ha salido bien? No tengo yo esa percepción". Eso decía sonriente Camané el domingo, en el camerino. Había cantado durante cerca de dos horas, con tres o cuatro propinas. Era el día del partido Benfica-Sporting; el teatro no se había llenado, pero la gente reconoció entregada la dificultad de la empresa.
El fadista lisboeta se transmuta en crooner, chansonier, canzonetista, cantante de boleros (Vete de mí) y de bossa nova. Canta en inglés, francés, italiano, español y en portugués, y en Anos dourados y Olha María saca el dulce soutaque -acento- brasilero para rendir homenaje a Chico Buarque.
La elección del repertorio habla de su buen gusto y su coraje. En inglés hace todo el repertorio clásico de Broadway. Clásicos de Bernstein y Sondheim (Somewhere), Henri Mancini (Moon River), Ray Noble (The touch of your lips), Neil Hannon (Perfect lovesong), y se atreve incluso con My funny Valentine, de Rodgers, Kurt Weil (September song), los Beatles (For no one).
En francés rescata a Charles Trenet (Que reste-t-il de nos amours), Aznavour (Lei), Gainsbourg (la estupenda Black trombone) y el final espléndido Que c'est triste Venise de Françoise Dorin y Eddie Barclay.
Cantar todo eso y no morir en el intento no está al alcance de muchos. Y cantar como canta el Ne me quitte pas de Jacques Brel, con ese respeto religioso, emocionando, reinventándolo y llevándolo a su terreno pero siendo absolutamente fiel al espíritu y la letra, eso habla de que ahí hay una estrella.
A Camané se le nota más cómodo en el francés que en el inglés. "Fue su segunda lengua en el colegio", explica su hermano mayor, Helder Moutinho. Aunque ahí se le ve más suelto (la mano en el bolsillo), su manera de pronunciar las cinco lenguas (incluido el español del Vete de mí de Virgilio y Homero Expósito y el italiano de Estate) es espectacular.
El asunto tiene además una dificultad añadida: los arreglos de Mário Laginha, Pedro Moreira (que dirige la orquesta), Filipe Melo y Bernardo Sassetti abundan en la insistencia en los violines y los remates instrumentales cuando la voz ha terminado; eso hace que muchas canciones se parezcan entre sí, lo que acaba resultando monótono. Siempre que el peso recae en la frescura del magnífico combo de jazz, el espectáculo remonta. Aunque él sigue siendo escéptico: "Espero que por lo menos el último día salga bien de verdad".
Como dice el musicólogo Rui Vieira Nery en el texto del programa, "un fadista no es sólo aquel que canta fado. Es antes que nada alguien que tiene una relación expresiva especial con los textos, una manera particularmente intensa de colocar la voz, un cierto diseño inconfundible en el lanzamiento de las frases musicales...".
La pregunta es: ¿tendrá Camané que dejar de lado el fado para ser una figura internacional? No parece... En septiembre saldrá su nuevo disco de fados castizos. La espera será larga para sus seguidores, pero, como siempre, merecerá la pena.
2 comentários:
'A cantar,
a cantar é que te deixas levar.'
Venho cá tantas vezes e nunca te deixo nada.
Hoje deixo.
Cantado fica.
Estimo continuação de um bom serão,
Vira Vento.
Tive pena de não ter ido ver. E de não ter levado a mãezinha que tanto aprecia Camané. E eu tb. Mas ela ainda é novo (e eu tb) e não faltarão oportunidades.
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